El foro titulado “Globalización y los nuevos centros de influencia” se celebró en el marco de la asamblea constituyente del Instituto Bering-Bellingshausen (IBB). Sus participantes rusos trasladaron a la capital uruguaya un mensaje del ministro de Exteriores Serguéi Lavrov que destacó los “fuertes vínculos históricos” y la “cercanía espiritual” entre Rusia y el continente latinoamericano.
La economía dominó los debates. El vicepresidente de Uruguay, Danilo Astori, destacó la importancia de la integración económica, mientras que el dirigente de la república rusa de Tartaristán, Rustam Minnijánov, se centró en aspectos negativos de la globalización, como el terrorismo, el narcotráfico, la delincuencia transfronteriza, la inmigración ilegal o las crisis.
El político ruso también denunció el uso de las sanciones en contra de las normas de la OMC y los intentos de recuperar un modelo unipolar, tendencias que rechaza tanto Moscú como América Latina.
Pero existen también otros motivos para el acercamiento de Rusia con esos países tan lejanos en la distancia física. Uno de ellos es el distanciamiento con EEUU que, según el presidente del Consejo ruso para la Política Exterior y de Defensa, Fiódor Lukiánov, “va para largo”, puesto que Washington “ha optado por la disuasión”.
“A raíz de ello, para Rusia es sumamente importante ampliar sus contactos hacia aquellos países que estén sometidos en menor grado a la presión estadounidense”, resume el experto.
Muchos países latinoamericanos parecen apoyar ese planteamiento, según un parlamentario argentino que confesó en declaraciones a Kommersant estar a favor de toda acción que busque limitar la influencia norteamericana en el continente.
No obstante, el acercamiento político debe ir de la mano de una mayor cooperación económica, también entre las respectivas asociaciones regionales de ambas partes, la UEE y el Mercosur. Ambas entidades afrontan problemas similares y por tanto pueden intercambiar experiencias y soluciones, explica el vicepresidente del IBB, Gerardo Bleier.
Tatiana Valovaya, ministra de Integración y Macroeconomía de la UEE, coincide con esta opinión y agrega que las dos organizaciones pueden aprender mucho una de la otra. “Comenzamos a resolver problemas parecidos casi simultáneamente, pero muchas veces usamos metodologías distintas”, indica.
